Guillermo Kuitca inició su trayectoria en Buenos Aires siendo muy joven, a finales de la década de los setenta y en seguida manifestó su interés por lo dramático tal y como se expresaba en situaciones espaciales y teatrales, tanto clásicas como de su propia invención.
El sadismo familiar, la tragedia, la locura, las huellas de las grandes guerras y de las batallas privadas, fueron los temas que alimentaron sus primeras pinturas y obras de teatro.
A partir de entonces y hasta la actualidad, su obra ha experimentado sucesivos giros, organizándose en series definidas a partir de condicionamientos bien claros. A partir de los ochenta, las más sobresalientes de estas series las conformaron las escenas teatrales, los mapas, los planos arquitectónicos y, más recientemente, grupos de obras que el artista concibe a partir de la apropiación de un lenguaje altamente codificado -como el dibujo técnico, por ejemplo- que despliega y expande en infinitas variaciones.