“Me agarraron unas maravillosas ganas de pintar. Ni me organicé. Agarré una tela ya pintada, los colores que tenía y empecé. Había estado trabajando en unos dibujos y estas pinturas son una continuación natural de ellos”, dice Ernesto Ballesteros de las obras que se pueden ver en la Sala 1, con cita previa y respetando las medidas de higiene y seguridad
La exposición estará acompañada con textos de Juliana Iriart, Juanjo Souto y la curaduría de Violeta Mollo.
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Viajero de su propio tiempo.
Un buen día amaneció nublado
en su cabeza
Y fue a dar donde todo es duda y falso recuerdo
Mejor dicho donde los recuerdos de la memoria y los inventos de la mente son mezclados
Mejor dicho donde lo que pasó y no pasó no importa
Una especie de comprensión
conoció al fin lo que era estar en el aire y moverse sin vértigo
los demás le dirán volar
Apoya la pintura en el bastidor
un bastidor después de tanto tiempo
como buen viajero de su propio tiempo
vuelve a buscar lo que dejó en un rincón de la adolescencia
y aprovecha a llorar un poco
conecta con su primer color
su primera mancha
¿de sangre? ¿de vómito? ¿de tierra?
la primera imagen que hizo
pero inconforme sigue buscando
porque el recuerdo no existe
existe la ecuación: múltiples posibilidades, pero no infinitas
practica
trabaja practicando
llega a un fin
sin más combinaciones
y después de recrear su primera mancha
como en un inicio segundo
siente que esta años antes de empezar
y se toma esos años
para gozar como buen viajero del tiempo
Juanjo Souto
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¿Se puede ver algo desde adentro?
En este caso diría que por lo menos lo vi muy de cerca:
Vi a alguien elegir colores por whatsapp y esperarlos con ilusión.
Vi a alguien repitiendo un movimiento como si fuera nuevo cada vez.
Alguien que recibió con alegría cualquier tamaño de bastidor.
Alguien que espero más de lo esperado para poder seguir con el próximo color.
Vi a alguien anhelar que deje de llover solo por una razón.
Alguien que aceptó que los perros y los gatos quieren estar sobre lo que hacemos.
Vi como una llovizna inesperada agregó posibilidades.
Vi como se contagia la pintura.
Vi como la energía es silenciosa.
Vi como se cuenta el tiempo sin historias.
Vi como un color trasforma a otro y como una parte, efectivamente, transforma la totalidad.
Vi la espalda pintora de un guerrero lento que persevera en sus caprichos, casi avergonzado,
y sin darse cuenta va ganando la lucha interna que nos acompaña por estar viviendo.
Juliana Iriart
