Cuenta la Biblia que el diluvio universal duró cuarenta días y cuarenta noches. Esta metáfora de la tragedia en dos actos es el núcleo en torno al cual gira la muestra de Miguel Rothschild en Ruth Benzacar Galería de Arte.
La primera parte de la exposición nos sitúa en la ciudad en donde la fatalidad está próxima a desatarse. Como se refleja en la serie »Atrapasueños« el hilo conductor es siempre la desgracia. En la mitología son las Parcas las encargadas de tejer la hebra de la vida para cada mortal, medir su longitud y finalmente cortarla. Según Rothschild estas temidas hilanderas tienden sus redes sobre Buenos Aires para decidir sobre el destino de la ciudad y sus habitantes. Las mismas deidades parecen irrumpir desde el cielo en la galería abriéndose paso a través de la lucarna y formando un arco iris sobrenatural compuesto por 370 colores diferentes. »Monochrome bleu de Rothschild« es una cita a Yves Klein y su emblemático azul. La parte de atrás del vidrio está pintada con el material típico de los pronosticadores de clima hogareños, esos souvenirs que cambian de color según el tiempo. Rosa indica lluvia, violeta significa que está nublado y azul, lindo.
Durante los cuarenta días y las cuarenta noches que esta exposición invoca, el mar se muestra atormentado y una lluvia de cloro inunda la ciudad. Rothschild podría ser considerado como un discípulo de Juan Baigorri Velar, ese argentino que en 1939 fue noticia por haber inventado una máquina que hacía llover y que el artista dice homenajear en uno de sus trabajos. Es él el que finalmente crea las tormentas. Sus obras son máquinas melancólicas, generadoras de imposibles, cuadros que reaccionan frente a los cambios climáticos, dispositivos capaces de atrapar al espectador que se internó en estas salas dejándose llevar, y que justamente ahora bajo techo, se ve inserto en medio de un diluvio sin precedentes.
María Cecilia Barbetta