Invited by Marina De Caro, artist of the gallery, Gustavo Marrone inaugurates this exhibition with drawings from his last 30 years of work.
With curatorship and text by the artist, the exhibition will be displayed in Room 2 of the gallery.
Until June 15
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El dibujo como columna vertebral y escritura
Por Marina De Caro
Con el objetivo de ordenar nuestros pensamientos y acciones, los artistas en un soliloquio o colectivamente insistimos con la práctica de las preguntas:
¿A dónde van las imágenes?
¿Las imágenes tienen voz?
¿Las imágenes se mueven definiendo espacios?
¿Las imágenes inventan gestos?
¿Las imágenes llenan vacíos?
¿Las imágenes comentan el mundo, el universo,
el cosmos?
¿Las imágenes pueden escapar a todo sistema y generar su propio hábitat?
Aunque sigamos preguntándonos infinidad de veces por las mismas cosas, no estoy segura de que querramos una respuesta. Sentimos, queremos, vivimos y pensamos con el arte.
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Compartimos con Gustavo Marrone un interés por el arte y en especial por el dibujo o simplemente por la línea y por el vacío de una hoja de papel blanca, rayada o impresa. Aunque tenemos mucho en común nuestras prácticas se diferencian en los procedimientos que hacen aparecer las imágenes.
Según cuenta Gustavo, suele estar en su taller trabajando, ordenando o pintando con la radio prendida. En esa atención y desatención, entre el trabajo, los materiales, el ruido exterior, las noticias, los murmullos, la calle, la ciudad y sus propias ideas, confluyen y resuenan algunas frases que pasan a ser parte de su obra. Su oído distorsiona, es irónico y crítico y su mano no duda en anotar todo en cuadernos u hojas sueltas, algunas de ellas amarillas y manchadas por una historia propia. Acumula esas anotaciones, dibujos, títulos de muestras y caprichos en pilas de cuadernos que hacen del artista un archivador de su vida cotidiana.
Las frases se espejan en imágenes. Muchas veces un texto deviene sujeto y retrato de alguien, que como él, escucha y se pregunta por las mismas frases de políticos, periodistas y slogans de los medios de comunicación y redes, para finalmente develar su contra-sentido.
Las herramientas como el humor, el desconcierto, la vaguedad, la pregunta, lo no dicho, lo contradictorio, y la inteligencia del sentido común son la variedad de propuestas a partir de las cuales construye su gramática y un lenguaje artístico que provoca. Entre sus dibujos y sus textos está él, como un bufón, mofándose de todo al mismo tiempo.
“Los manifiestos sostienen y socavan, admiten y destruyen la posibilidad del canon”, dice Rafale Cippolini, en su libro Manifiestos Argentinos, políticas de lo visual 1900 al 2000. Vale preguntarse si podemos considerar un manifiesto los dibujos y los escritos de Gustavo Marrone. Su obra, más que intentar traducir las intenciones de su práctica como artista , nos guía a través de una línea preguntándonos sobre las reacciones, acciones y recovecos del arte, sobre las ideas, la mirada y los comportamientos sociales. Más que un manifiesto sería un tratado de las fricciones entre el arte y la realidad que, sin dejar nada en claro, nos confronta con los hechos.
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palabras suspendidas en el espacio del taller
palabras atrapadas en aire
palabras que se manifiestan al caer
líneas que atan y desatan sentidos
la sinrazón de la información
el espejo del arte, sus relaciones contractuales y afectivas,
del prestigio a la ausencia e invisibilidad social
se retrata y se trata como dibuja y pinta
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Por qué no preguntarnos qué sería de esas frases circulando dentro de la simulación de verdad que nos proponen los medios y las redes y cómo se fil-
traría por nuestros poros el paisaje histórico y el horizonte social que habitamos. Somos quienes somos y quiénes podemos ser. Usamos esta herramienta tan maravillosa que es el humor, como un paso al costado para mirarnos desde otra distancia como si no fuéramos parte de algo que nos atraviesa.
Su humor sobrevuela al pensamiento crítico, ese borde donde sucede lo inédito y donde no hay lugar para instalar verdades; borde borroso, de línea peluda o punteada que permite salir y entrar de lo que quiere instalarse como sistema de prestigiosos aciertos. Perspectivas críticas que desde adentro, desde la intimidad o desde la cima de una montaña nos ayudan a pensar en el arte, desde el arte, con el arte para el arte.
Lucio Fontana escribe en su Manifiesto Blanco “La estética del movimiento orgánico reemplaza a la agotada estética de las formas fijas y Gustavo Marrone podría agregar que la estética de la fricción reemplazará a ambas.
Los retratos de los 90 son trabajos que hipnotizan porque viven y laten con la línea. La obra es una sujeto que transpira gestos de carbonilla.
El dibujo y la pintura como carta de presentación: cómo pintas te tratan.