“…tenés la lana en el cuerpo, al lado de la nariz, la respiración te mete en un estado de concentración terapéutico”.. Así describe Marina de Caro la experiencia de introducirse en estos trajes, de vestirlos. Una vivencia que hace sentir “lo desprotegidos que estamos al tener la cara descubierta. El cuerpo es un poro inmenso”.
Realizada en los icónicos años noventa, Binarios: lenguaje secreto (1996) fue parte de un desfile-performance que se realizó en la Fundación Banco Patricios, durante unas Jornadas de Arte Argentino del siglo XX organizadas por Jorge López Anaya. Las seis figuras en blanco y negro se mezclaban en el auditorio entre los asistentes a las charlas. En esos años, Marina De Caro realizaba desfiles con música, introducía el color, cruzaba e interceptaba lenguajes. Cuando le propusieron esta performance, pensó en crear una piel sensible usando el contraste de blanco y negro, el punto, la línea, los elementos básicos. Una textura tejida, una forma de camouflage que duplicaba la piel, nuestro órgano más extenso. El doble exacerbaba la sensibilidad al tiempo que construía cada cuerpo en relación con los otros. Investigaba y proponía una geometría sensible que armaba figuras a partir del encuentro. La performance incluía objetos de diseño que hoy se consideran vintage. Un reloj, una cartera, accesorios originales de la moda en blanco y negro. Se sumaban la música, un texto sobre diseño y la poesía de una amiga. Lo que hoy vemos son los trajes y las fotografías que Marcos López realizó en una sesión de fotos en su estudio. La relación entre los cuerpos gestaba inéditas geometrías.
Ciertamente, los trajes pueden volver a vestirse. En 2023 Marina los activó en diálogos en los que los cuerpos establecen relaciones más flexibles, más orgánicas. Como si se tratase de una modulación más que de una construcción. Los trajes se presentan doblados, plegados en formas que evocan lo que allí sucedió, los momentos en los que esos dobles fueron vividos. Aluden a repositorios extensos, ya que ningún archivo del cuerpo puede registrarlo todo. Pero lo que aquí se evoca remite a un estado que funde expectación y placer. Tensión y liberación. Quienes estuvieron en estas segundas pieles, recuerdan que fue una experiencia emancipadora.
Andrea Giunta