Ruth Benzacar Galería de Arte presenta “Las horas no me entienden”, la séptima muestra individual de Guillermo Iuso en nuestro espacio.
La exposición estará acompañada con texto de Santiago Villanueva y se podrá visitar en la sala 2.
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Otro año de acción secreta
Por Santiago Villanueva
Parados como cuatro marmotas en medio de la feria arteBA 2024, frente a las 20 obras que Guillermo Iuso mostraba en el stand de esta misma galería: un vaivén de frases incoherentes, críticas subidas de tono y viveza de recién tomado. Así, desencajadamente, una de las cuatro dice: Es la sabiduría de las tarjetas de aniversario. Ese saber popular ancestral de lo básico que todos quieren escuchar para el alivio de un momento, se formó como una posibilidad para pensar esos papeles tan atractivos como desencajados del resto de los artistas de ese alrededor. Las tarjetas tienen consuelo, pensamos todos a la vez, acompañan en la ternura. Iuso es diferente.
Es el flautista del texto corto pero que, esta vez, se quiere poner a prueba a sí mismo desquiciando la escena de la seguridad del texto con un regreso a la pintura de oficio, aquella que había abandonado, de alguna manera, en la tapada y hoy olvidada exhibición Pinturas de la sección ácida, que fue del 5 al 22 de mayo de 1993 en la Galería Sisley, pero que en su CV ni siquiera menciona. El canto de sirenas desencaja el texto de su adaptabilidad a la A4 o a las formas dadas por industrias o soportes medianos y, completamente desfasado de su tiempo, hay una pequeña proclama de absoluta libertad expresionista, de hago lo que quiero, pero no todo lo que quiero. Como si aquello que rodea la frase es lo que no se pudo decir, o más simple, la diversión absoluta del enchastre y la composición. La pintura es calladita en su intimidad de taller, y es a la que nos gusta llenar de palabras fuera del sufrimiento que implica la cárcel de la oración. La oración despierta adeptos totales, que no dudan, lo siguen, pero no duran.
El texto queda corto, no avanza, no se agranda o se expande sino que simplemente busca encastre, busca encajar en una forma. Entonces Iuso compone, como los que se alejan de una tela y vuelven a acercarse, se tapan un ojo, miden con una lapicera. Encontró ahí, en la tela de salón, uno al que ya nadie manda o que ni siquiera existe, un salón regional o concurso de manchas, un revoloteo incansable al alivio, como si esa sensación se pudiese encontrar sin drogas o alcohol. Y el alivio, que en otros momentos de su vida aparecía cuando ponía la marca o sello sobre el papel, en este es el visceral tiempo en el cual el chorreado se puede controlar.
Parece que a Iuso lo leyó Viviana Gorbato mientras escribía su libro Los competidores del diván, aunque es imposible por la fecha. Para quienes no saben, Gorbato fue la estrella del periodismo infiltrado, haciendo notas de los temas más candentes de los 90s: los gays, el erotismo, el espiritismo y el psicoanálisis. En 1994 se arremete como una infiltrada en la escena de las terapias alternativas, pregonando el final del psicoanálisis tradicional y el auge de los joggings de colores de la nueva terapia argentina. Sueños proféticos, terapias con arena, hipnosis y neurolingüística. Esta última es para Gorbato la más efectiva y la más utilizada por los políticos, porque promete curar una fobia en treinta minutos, y la contrapone a lo que llama “los militantes del cuerpo”, que van del yoga a la dieta disociada. Iuso pulula por ahí entre muchas, podría haber ayudado a que algunas sean más efectivas. Y hasta podríamos pensar toda la obra de Iuso como una terapia alternativa. Iuso explicita que su psicoanalista es su socio, su aliado, una empresa que crece, y la suya es otra, paralela, de colectora.
¿Cuántas inseguridades entran en una pintura? ¿Cuántas buenas y malas decisiones hay? ¿Cuándo parar? O mucho antes ¿cómo decidir la cantidad de centímetros de ancho y de alto? ¿Cuál es el atajo para llegar a esas zonas que son fascinantes, más que todo el resto, pero que no se pueden repetir, que no se pueden expandir? Iuso y la pintura argentina es un problema hermoso para pensar. Porque es el problema que si o si hay que enunciar, de si ¿puede la heterosexualidad desorientar? Yo creo que sí, pero no voy a decir más. Solo voy a traer acá que Iuso se ocupe del tamaño, en el sentido de lo grande, le da una retorcida al momento y ayuda a perder el hilo. Siempre dijo que le gustaba más la palabra que pintar, que la palabra lo ayuda más a vivir que el hecho de pintar. Y eso se debe en parte a que pintó durante 10 años “y en los 10 años nunca me gustó lo que hice. Las pinturas eran grandotas, empezaba con óleos, después les ponía esmaltes sintéticos y pesaban 15, 20 kilos. Yo las pesaba”. Iuso pesaba sus pinturas, las registraba y las volvía a recargar de materiales para darle así más peso. Eran de repente otras. Hasta que dos amigos le dijeron: “la obra es la otra parte”. Y esa otra parte eran las listas, las palabras, las frases, ese universo que desde hace 24 años reconocemos como una obra de Iuso. Pero ahora, con estas telas, se mezcla un poco todo, ese impulso de la capa sobre capa, del pintor adolescente aún sin problemas adultos ni marcas de pasado, y ese Iuso de la sabiduría ancestral de tarjeta de regalería. Feliz combinación, que nos lleva a citar a César Magrini y al texto que le escribió para la muestra de 1993: “para él, crear es un juego comprometido con lo más profundo de la criatura, su esclarecedor testimonio”.
Iuso llama acción secreta a toda práctica de taller, donde él tiene la razón sobre las operaciones medidas o desmedidas que hace sobre los soportes, el tono y el fuera de tono: las frases que vienen de un tirón, se anotan en un papel y no se mueven, la pintura que va cambiando bajo efectos del entusiasmo de su autoficción, y por último la colocación, que es el momento más importante, cuando la frase encuentra un hueco. Es la pintura la que desestabiliza la frase y no al revés. Necesitamos una cárcel; Iuso investigó durante más de dos décadas el encierro de la lista, el texto cortado o corto y la precisión. Hoy la cárcel es la composición, problemas de pintor.
Se me aparecen muchas palabras desactualizadas para hablar de estas obras ¡Iuso no tiene agenda! Y eso lo salva. La misma presentación de su obra en la página web de la galería lo describe como un artista que “despliega un relato sobre ser hombre, adulto y heterosexual en Argentina entre los setenta y la actualidad.” Peinar un tiempo al revés, suerte y azar de profesional principiante.