ERNESTO BALLESTEROS

no hay principio

29/06 al 10/08

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Ruth Benzacar Galería de Arte presenta “no hay principio”, de Ernesto Ballesteros. La muestra reúne trabajos que son el resultado de la conjunción entre un pensamiento recurrente y un deseo repentino…

La exposición se desplegará en la sala principal de la galería y estará acompañada con un texto de Francisco Garamona

Hasta el 10 de Agosto de 2024

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Como una cáscara brillante

El amor regía los viajes en el tiempo,

donde las gradaciones del átomo

eran como frutos del árbol de la ciencia.

Todo lo que estaba en la galaxia era pura ilusión,

y el arte una de las formas

de volver reales a los sueños.

Pinturas y objetos se desplazaban

cubriendo al mundo de una bruma rosada,

debajo de la cual todo era posible.

Solo había que concentrar la imaginación

para que las más alocadas invenciones

del espíritu se hicieran presentes.

Al principio fue un secreto entre científicos.

Y luego pasó al terreno más borroso del arte.

En Argentina, Ernesto Ballesteros

se sumergió en estas teorías que mezclaban

viejos manuales de alquimia,

con física cuántica y automatismo.

La historia es por todos conocida.

Él debía doblegar distancias inmensas con su lápiz,

encapsular el polvo de las estrellas

mediante unos filtros que disponía en el campo,

al que después convertía en la tinta

que utilizaría para crear sus obras,

que eran esculturas a las que aplanaba sobre el papel

para mostrar el secreto de su corazón.

De las ventanas de su estudio erigido

en una torre situada en un pequeño pueblo

–su Gabinete de la Simetría, lo llamaba–,

oteaba el paisaje de la llanura indistinta,

donde desplegaba su mirada encontrando

siempre progresiones nuevas, ya que tenía

en su poder la llave del dibujo, y también

el don de conocer el reverso de todas las cosas

que salían de sus manos facetadas de ónix y grafito.

Todo esto se contaba en los grupos de artistas principiantes,

y también lo sabían los mayores, sus pares y amigos,

haciendo humear los hornillos de sus pipas,

asintiendo con un movimiento de cabeza.

Sibilantes, se compenetraban con el misterio

de una obra siempre cambiante,

aunque igual a sí misma en sus bordes de pureza.

Podía ser un avión que daba vueltas en un lugar cerrado

o las trazas de un pincel larguísimo y mágico

pintando en el cielo especies de constelaciones desordenadas,

para que los amantes encontraran en ellas

las letras de un alfabeto, que progresivamente

incluía todas sus modulaciones.

Porque había conquistado la línea del relato

de las obras maestras, esas que se enroscaban

como serpientes en sus dedos, creando

pequeñas auroras boreales que guardaba

en los bolsillos de su guardapolvo de trabajo.

Mientras hacía sus dibujos que vistos desde arriba

parecían huellas dactilares de gigantes,

miríadas de noctilucas, pequeñas nebulosas

o agujeros negros balanceándose

en hamacas en los confines del espacio,

ahí donde el arcoíris se plegaba con una sonrisa

enigmática y bondadosa, que invitaba

a seguir el camino hasta perderse en él.

 

Francisco Garamona

Obras

Sin título 2024
2024 Pastel a la tiza sobre papel 250 x 154 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 70 x 50 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 70 x 50 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 70 x 50 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 70 x 50 cm
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Sin título
Sin título 2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 240 x 155 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 223 x 154 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 70 x 50 cm
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Sin título
2024 Pastel a la tiza, lápiz tiza y acrílico sobre papel 70 x 50 cm
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